Raúl Ortiz García
Pese a las diferencias ideológicas y a la radicalización de ideas que, en el debate político se ha venido presentado en los últimos años en México, parece que no es motivo de disenso el sostener que un grave problema, si no el más grave, de nuestro país, lo es la corrupción que permea no solo en la esfera del gobierno, tal vez la más visible, sino en toda nuestra sociedad.
Leyendo a Antoine Garapon, en su magnífico trabajo, “Juez y democracia” refiere que el fenómeno de la corrupción, se puede expresar con la siguiente formula:
Lo que se traduce en: “Corrupción” es igual a “Monopolio de la decisión”, más “Discrecionalidad de la decisión”, menos “Responsabilidad”.
La sociedad y en particular los abogados, deberían emprender un análisis de que cargos de gobierno, concentran en su ejercicio el “Monopolio de la decisión”, más la “Discrecionalidad de la decisión”, y establecer si esas notas le son esenciales o al menos necesarias, y en su caso evaluar si el régimen de responsabilidad aplicable es eficaz y eficiente; o en su defecto proponer reformas que la hagan seriamente posible.